Hay dos tipos de plantas, las que sobreviven a pesar de un entorno desfavorable y las que desaparecen. Los que consiguen crecer a pesar de las limitaciones no son exactamente lo que su herencia genética había programado para ellos. Esto explica las posteriores mutaciones genéticas. Por el contrario, las plantas que no sobreviven no quieren modificarse ni adaptarse. Prefirieron seguir siendo lo que su código genético había planeado para ellos.
¿Es malo ser uno u otro? Ninguna de las dos cosas es mala en sí misma. Uno contribuye a la perpetuación de la vida y el otro a la perpetuación de su código genético. Contribuyen a su manera a la diversidad del mundo.
Un humano es una planta en cierto modo. Para florecer, necesita las mejores condiciones posibles, de acuerdo con su naturaleza. Cuando un ser humano se enfrenta a la hostilidad de su entorno, se le abren dos caminos: cambiar o ir a buscar a otra parte un entorno que le convenga más.
Cuando uno decide quedarse pero no está dispuesto a cambiar -lo que puede significar corromperse en algunos casos- el individuo experimenta un sufrimiento que puede llegar hasta la depresión. La diversidad humana es grande, como lo es la diversidad de entornos posibles en los que se puede vivir. A diferencia de las plantas, los seres humanos pueden ir a otro lugar para encontrar la felicidad que no pueden crear en su propio entorno, ya sea porque no comparten sus valores o porque no desean cambiar para adaptarse a un entorno que desprecian.
La partida es un sufrimiento, pero la llegada puede ser una liberación para quien encuentra un entorno favorable a su florecimiento. La felicidad hay que ganarla porque es necesario hacer sacrificios para encontrar en otro lugar el biotopo ideal del que carecía nuestra tierra original.
Si sufres, quizá sea porque tienes bloqueos psicológicos que te frenan. Pero puede ser que aún no hayas encontrado el ecosistema que permita que florezca y crezca tu belleza interior, que no encuentra su expresión en el lugar donde estás ahora, que te parece a veces hostil, a veces corruptible.
Así que examínate a ti mismo para encontrar qué entorno (profesional, cultural, etc.) puede albergar y reforzar mejor tus cualidades interiores. Y luego, salir a los descubrimientos de entornos más favorables con su éxito y su bienestar. Será necesario llevarte varias veces a la duda, pero cuanto más explores, más sabrás lo que contribuye a tu felicidad.